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02 agosto 2019

Dos mil años de presencia humana




Por Luis Carlos Sánchez

Alrededor del siglo VIII de nuestra era, los grupos chichimecas que habitaban el actual municipio de Juchipila, Zacatecas, decidieron utilizar el farallón que corona el cerro más alto de la zona.

Las cavernas de la cima fueron adaptadas como espacios habitables que los arqueólogos han bautizado como la Casa Acantilado. Se trata de un abrigo rocoso, de 12 metros de largo y 3.5 metros de alto, cuya piedra tiene un recubrimiento de barro y oquedales que, a la lejanía aparentan ventanas.

Ese detalle acabaría por imponerse y bautizar todo el sitio como Cerro de Las Ventanas. Unas 20 hectáreas, de las más de 120 que pudo comprender el asentamiento, serán, a partir de hoy, la zona arqueológica número 193, abierta al público en México.

Se trata, afirma Pedro Sánchez Nava, coordinador Nacional de Arqueología del INAH, de “espacios que han sido habitados desde hace, por lo menos, dos mil años por presencia humana y que han tenido una ocupación constante”.

En un momento, explica, el lugar fue habitado por grupos chichimecas que conocieron su esplendor entre el 600 y el 1200 de nuestra era. Después, tras un par de siglos, casi en el abandono, fue ocupado por un grupo belicoso seminómada conocido como cazcanes, quienes habrían de convertirse en uno de los últimos grupos autóctonos en ser sometidos por los españoles, alrededor de 1534.

Las Ventanas ya se visitaba de manera irregular, pero ahora contará con un módulo de atención, una pequeña sala introductoria, señalética y senderos establecidos.

Sánchez Nava explica que su visita requiere condición: se trata de un sitio elevado, con un clima caluroso y húmedo; sin embargo, visitarlo constituye toda una experiencia que incluye vistas espectaculares y contacto con la naturaleza.

Además de la Casa Acantilado, el recorrido incluye la Acrópolis y la Plaza de los Atares. La primera, representa el conjunto arquitectónico de mayor monumentalidad y abarca unas ocho hectáreas donde desplantan edificios, plazas y patios, edificados sobre plataformas y terrazas artificiales con un sistema constructivo, a base de lajas delgadas sobrepuestas.

La Plaza de los Altares se localiza en la ladera media del cerro: cuenta con dos altares centrales, y está delimitada por una plataforma alargada y algunos basamentos piramidales.

En realidad, el conjunto podría ser mucho mayor y estaría asociado con el Cerro de El Teúl y La Quemada, los otros dos sitios arqueológicos abiertos en el sur de Zacatecas.

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