Los goles de Nico Sánchez hoy son históricos. En la historia del clásico regio, los dos últimos serán recordados como los más importantes, acaso los más gritados por los aficionados del Monterrey, en la reconquista de una zona en el mundo: la Concacaf.
Los Rayados, con el combustible de la última final perdida ante Tigres, cobraron revancha en el mismo estadio que los vio caer en el Apertura 2017, el BBVA Bancomer. Para hacerlo, tuvieron que contar de su lado con un hombre que, en los momentos cruciales, volvió a mostrar que es un ‘killer’ para cobrar los penales.
Tal como ocurrió en el juego de ida, Sánchez tomó el balón en la vuelta, tras una falta en el área de Luis Rodríguez sobre Rodolfo Pizarro. Volvió a recorrer la misma distancia que hizo en El Volcán, desde su zona en la defensa hasta el centro del área contraria. Y a pesar de los retos del portero Nahuel Guzmán, no falló ni estuvo cerca de sentirse intimidado (25′).
El grito desahogó la presión, el recuerdo maldito del pasado, y acercó al Monterrey a la consumación de su objetivo. Tigres, entretanto, no apareció y fue viéndose cada vez más superado. Sin Gignac desde el inicio, los dirigidos por Ricardo Ferretti carecieron de peligro y entraron en la desesperación.
Un remate en el poste de Rogelio Funes Morí y un balón elevado de Jesús Gallardo estuvieron cerca de sentenciar el juego, en un complemento de mayor emoción para los Rayados. Bajo los tres postes, el argentino Marcelo Barovero, del otro lado, también respondió, aunque sufrió el empate de tijera de Gignac, al 84′.
La diferencia, no obstante, fue una y tuvo nombre, lo mismo en la ida que en la vuelta: Nico Sánchez. Sus goles de penalti, hoy, son historia pura. Porque el Monterrey volvió a ser campeón de la Concacaf y vengó la derrota ante Tigres en la final de hace casi dos años.
