Diego Armando Maradona, una pierna bendita - Ecos del Estado

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26 abril 2019

Diego Armando Maradona, una pierna bendita


La historia de Diego Armando Maradona sigue diciendo que de Villa Fiorito al mundo hay un camino que se puede recorrer, aunque parezca que no existe. Jugando, hablando, casi muriéndose a menudo, El Diego se ha acostumbrado a vivir presentes extremos. Desde llevar a la selección argentina al campeonato del mundo, hasta afrontar los golpes de los excesos.

En el recuerdo, Maradona es el mismo que fue antes, por más distinto que sea ahora. Los años lo alcanzan. Se nota en los gestos, las canas de la barba y en los pasos a cuestas de dos rodillas cansadas. Especialmente una, la derecha, que hasta hace unos meses lo obligó a caminar con bastón hasta el lugar de sus más grandes locuras: la cancha.

Los médicos hablaban de una destrucción progresiva. De un problema de artrosis severa, que provocaba el choque del fémur con la tibia y el peroné. El dolor lo puso a prueba como tantas veces. Hasta que un día, en Culiacán, mientras trazaba el rumbo de los Dorados de Sinaloa, Maradona puso sus piernas en las manos de Christian Delgado, kinesiólogo del equipo y, a partir de entonces, el hombre destinado a recuperar la esperanza de volver a jugar un partidito.

Para Christian, el reto se convirtió de golpe en el más importante de su carrera. “¿Te imaginas lo que valen esas piernas?”, bromeó, a la distancia, en entrevista con El Heraldo de México. “Diego tiene un umbral del dolor muy grande. Fueron tiempos difíciles. Trabajamos día y noche, para disminuir la inflamación. No importó el cansancio. La rodilla sufrió un desgaste serio, producto del tiempo y los años que estuvo jugando”.

Las imágenes de Diego con un bastón generaron una repercusión mundial y fundaron la preocupación. “Fue muy triste verlo en ese estado. Lo primero que había que hacer era reducir el dolor, la inflamación, mejorar la movilidad articular. Luego, recuperar la fuerza. Empezamos con analgésicos, tres terapias diarias. Se trataba de una sinovitis severa”, complementa.

Antes de cada terapia, las canciones de cumbia, de bandas como Damas Gratis y Mar Azul,transformaban el consultorio de Christian en un pequeño boliche.

Al cabo de 20 días, Maradona dejó las muletas y también la renguera. “‘¿Sabes todo lo que debo a ésta pierna?’, me decía Diego, en tono de broma. ‘Todo lo que logré, lo hice con la zurda. Pero una no existe sin la otra’. Eso es Maradona. Un genio”, dice. Y el genio no sólo dejó el bastón, sino que volvió a jugar con la pelota.

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