Lúdica, Festiva, Festival. La cultura por encimita - Ecos del Estado

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15 marzo 2019

Lúdica, Festiva, Festival. La cultura por encimita




Pareciera lo mismo, un jolgorio, una fiesta, una manera para estar de ánimo mientras múltiples experiencias sensoriales suceden al mismo tiempo. En la práctica, por lo menos en este Valle Conurbado, pareciera tener diferentes connotaciones que al final entre caminos y veredas culturales regresan al mismo punto de partida. Creo que el tema central de la asistencia, programación y difusión de estos eventos se debe a tres ejes principales, el primero, refiere a la falta de instrumentos de investigación que nos acerquen al contexto real del consumo “cultural” y de esta manera establecer políticas culturales reales con base en indicadores y resultados más que en ocurrencias, esfuerzos diluidos y recursos que no cumplen, prioritariamente, el objetivo de ese o aquel “evento”.

El segundo, es la diferencia que existe entre multicultural e intercultural. Esa curaduría específica y bien fundamentada que más que incluir eventos que refieran al mismo tema, todo sea un tema, un evento, una vivencia irrepetible. Aquí, habría que ser particulares en que ninguno de los acontecimientos multitudinarios “culturales” o llamados festivales (aunque no sé si sea el término correcto) tienen ante cualquier otra prioridad, la vocación exclusiva de ser culturales en la manera más pura, clásica y clasista.

Por último, el tema de los públicos donde existen, al menos para mí, dos paradojas: la creación de públicos o la asistencia masiva. Habría que tener en cuenta qué es lo que se quiere hacer, si se trata de una política que obedezca al populismo, a la cultura cotidiana, a la apertura y posicionar nombres más que hechos, creo que hemos hecho mal apellidando a todo esfuerzo por las artes, la difusión del patrimonio tangible o intangible como “cultural”. Si se trata sólo de mantener el rango clasista y anquilosado del hecho cultural creo que nos debemos enfrentar a espectáculos donde haya menos asistencia y se genere una dinámica de retroalimentación y experienciación un tanto académica y de conocimiento más que lúdica. 

Los esfuerzos deberían de ir más allá de la sola difusión y presentación de las artes como un show, de la preparación constante entre, no sé si llamarlos así, programadores e investigadores de festivales organizados por entes gubernamentales. Ellos debiesen ser los que tracen (porque no existen) los ejes culturales ya que en el Estado no existe una figura cultural que plantee y planifique estratégicamente las políticas públicas y culturales, que por tanto casi inexistente en los municipios.

El reto es entonces mayúsculo en el trabajo diario, pero cada vez más abismal por la irrealidad en que se vive desde el escritorio, entre brechas no sólo generacionales sino económicas, digitales o humanas en esas brechas donde se percibe a un ciudadano y no al ente social.

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